Big data, big problem?

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Por Nelson Remolina Angarita

Con innegables, inimaginables y hasta inevitables las cosas que pueden alcanzarse con el trío fantástico conformado por datos personales, tecnología e innovación. Big data representa todo lo que está al alcance de la mano gracias al aprovechamiento de datos. Se trata de innovación basada en el uso de la información. Es una especie de “minería de datos” avanzada.

Los datos personales son la moneda de oro de la economía digital y el motor de la economía del siglo XXI. Los datos son el negocio de los negocios.

Comoquiera que los datos personales son un activo y generan valor para las organizaciones y el Estado, no cesarán los esfuerzos para, de una parte, flexibilizar su uso, especialmente frente a regulaciones que siguen, en buena medida, el modelo europeo sobre tratamiento de datos personales, y de otra parte, exigir el debido tratamiento de esa información para evitar la eventual vulneración de los derechos de las personas cuando su información es
tratada indebidamente.

Los beneficios o maleficios del big data dependerán del uso ético y responsable que haga quien posee enormes cantidades de datos sobre diversos aspectos de millones de personas alrededor del mundo.

Con la tecnología se puede hacer casi todo. La pregunta que surge es la siguiente: ¿todo lo tecnológicamente posible es social y humanamente deseable? Algunos ejemplos para reflexionar en torno a esta cuestión se encuentran en los siguientes libros: 1) Big data: A revolution that will transform how we live, work and think, de Viktor Mayer y Kenneth Cukier, y 2) IBM y el Holocausto: La alianza estratégica entre la Alemania Nazi y la corporación más poderosa de América, escrito por Edwin Black.

Nótese que las normas sobre tratamiento de datos personales fueron una respuesta, entre otras, a lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial con la información personal contenida en los censos poblacionales de Alemania en donde se evidenció que el uso indebido de datos personales genera consecuencias catastróficas. Comenta Roberto Bardini (2003) que, gracias a la tecnología, se pudo “cruzar nombres, direcciones, genealogías y cuentas bancarias de ciudadanos caídos en desgracia. Con las tarjetas perforadas Hollerith adaptadas a sus necesidades, los nazis automatizaron datos sobre judíos, gitanos, izquierdistas, clérigos e ‘inadaptados’. Después de identificarlos se podía organizar metódicamente confiscaciones de bienes, deportaciones, reclusión en ghettos o campos de concentración, explotación laboral y, finalmente, la aniquilación masiva”.

La tecnología y la información no son por sí solas el problema. Todo radica en su uso. Si se puede hacer algo con la información, alguien lo va a hacer (o lo está haciendo): ¿hacia dónde vamos a seguir y a dónde vamos a parar?

Bienvenida la innovación, bienvenido el big data, pero también bienvenida la reflexión crítica sobre los riesgos del big data. No podemos ser espectadores ingenuos y ciegamente maravillados por lo que nos dicen sobre el big data. Parafraseando a Luis de Góngora y Argote, las palabras son cera y los hechos acero. La cosas no siempre son como nos las dicen o como parecen ser. Big data puede ser un big problem.

Publicado por el autor en ambitojuridico.com el 23 de Julio de 2013.