La identificación virtual es el conjunto de datos que nos permiten diferenciarnos suficientemente del resto de personas en un ámbito concreto. Estos datos suelen ser el nombre, apellidos…
Resulta prácticamente imprescindible identificarse en redes sociales tales como Facebook o Linkedin, cuyo principal objetivo es relacionarte y permitir que los demás usuarios te identifiquen y compartir con ellos cierta información, en el caso de la primera red, por motivos de ocio, en la segunda por motivos profesionales.
Sin embargo tal y como indicábamos en anteriores artículos en muchas ocasiones, cuando los usuario no persiguen el fin de comunicarse con los demás, sino que pretenden simplemente hacer comentarios (en muchas ocasiones dañinos), prefieren esconderse tras el anonimato.
Esto genera una problemática inmensa, sobretodo cuando los comentarios dañan la reputación de empresas, o de personas, que no pueden defenderse frente a estas personas anónimas.
Son muchas las empresas cuyos métodos de marketing en Internet, van orientados al diálogo con los clientes insatisfechos. Estos mecanismos son difíciles de llevar a cabo cuando no se puede identificar a una persona.
Es más, cuando efectivamente se ha cometido un error, o el cliente tiene la razón, la mejor defensa de este, pasa por interponer una hoja de reclamaciones. En ella, se tienen que identificar plenamente, circunstancia que no le supone ningún hándicap, porque sabe que está en lo cierto.
Cuando la persona que efectúa la crítica no se identifica, cuanto menos es signo de poca claridad. Por ello, hay que saber qué comentarios son productivos y nos ayudan a conocer situaciones reales, y cuales no lo son. Fomentar el diálogo con los primeros y desde luego tener “controlados” los segundos.
“Hay que saber en todo momento qué se dice, quién lo dice y donde lo dice”, y sólo así podremos constituir una identidad digital corporativa justa.