Selfies, vídeos íntimos, pruebas de amor y otras violaciones a la privacidad

pornovenganza_lopd

Por Daniel A. López Carballo

Cada vez es mas frecuente leer en medios de comunicación como aparecen fotografías íntimas de personas, más o menos conocidas, en Internet o las diferentes redes sociales. Lo que en un primer momento se hace como prueba de amor eterno, haciendo participe al otro de lo más intimo, o como un mero juego, a la larga puede pasar factura a quien se las hizo.

En este contexto aparecen fenómenos como el denominado “pornovenganza”, entendido como el hecho de compartir exhibir, difundir fotografías de contenido íntimo de ex parejas (en muchos de los casos) sin su consentimiento. El conocido como “camfecting”, se infecta el equipo remoto de la víctima y de forma oculta utiliza la webcam para grabar a la víctima. La difusión de estos contenidos va aparejada al concepto de venganza y en ocasiones a extorsiones o chantajes.

Su difusión puede realizarse en diferentes medios como redes sociales, páginas web, foros, mediante el envío por e-mail, Whatsapp, … cada vez es más frecuente encontrar página monotemáticas sobre esta temática, donde en ocasiones se pueden encontrar hasta formas de contacto y detalles de carácter degradante como prácticas sexuales o el motivo de la ruptura entre otros.

La realidad es que la información en Internet viaja a gran velocidad y algo que hemos subido o publicado en apenas unos minutos es visto por personas diferentes en localizaciones diversas. El compartir implica aceptar a priori que la información que comunicamos, de la que hacemos participes a los demás puede ser compartida a su vez con terceras personas y estos con otros, y así multiplicarse la distancia a la que nuestro mensaje puede llegar.

Lo que en principio es algo positivo, el poder llegar allí donde por nuestra ubicación geográfica, nuestros contactos o círculos no podemos llegar, pasa a ser negativo, si lo que se comparte es una información íntima de la persona.

La imagen, sin duda, es un dato de carácter personal, y su protección viene garantizada por las principales legislaciones internacionales en la materia. La utilización del material fotográfico por la persona a quien se lo enviamos plantea un ataque a nuestra intimidad y la utilización del mismo sin la correspondiente autorización y por supuesto si atender al criterio de finalidad.

Cada vez son más los estados que están regulando este fenómeno, mediante la utilización de nuevos tipos delictivos o actualizando los ya existentes a las nuevas tecnologías y su influencia en la forma en que nos comunicamos. Sírvase de ejemplo en Estados Unidos, Los Estados de Florida, California, New Jersey.

El Estado de Nueva York, que el pasado 4 de agosto aprobaba una nueva norma para asegurar penas contra todas las personas que graben o difundan imágenes íntimas de otras sin su consentimiento, en una medida destinada a luchar contra este fenómeno., dicha norma considerará delito el uso de cualquier aparato para ver, emitir o grabar a otra persona sin su consentimiento cuando practica actividades sexuales.

En el Estado de Arizona desde el año pasado se encuentra vigente una norma que tipifica estas conductas, prohibiendo la divulgación de fotografías o grabaciones digitales de otra persona en estado de desnudez o con contenido sexual sin su consentimiento.

Recientemente conocíamos la noticia de que las fotografías íntimas de diferentes actrices de renombre internacional eran sustraídas de sus servicios de almacenamiento online y divulgadas en la red. En este caso nos encontramos ante una posible vulneración de los sistemas de seguridad de la nube o la obtención o descifrado de las contraseñas para robar ese material íntimo.

Aunque los equipos de seguridad del servicio de almacenamiento en la nube están trabajando en descubrir como se realizó el robo de información, lo cierto es que no sólo la nube pone en riesgo la información personal.

De la noticia y el día a día podemos concluir que nadie esta a salvo de una posible violación de su intimidad, bien por la obtención por medios delictivos, bien porque aquellas persona que las recibió las divulgo, porque las enviamos por error a otro remitente, … Nuestros dispositivos móviles se encuentran conectados a diferentes servicios y aplicaciones, una fotografía que tomamos es automáticamente guardada en un disco virtual, y se nos ofrecen un abanico de posibilidades para compartirla en diferentes redes sociales. Un click por error puede hacer que todos nuestros contactos accedan al contenido o que personas que ni siquiera conocemos pueda ver nuestro lado más íntimo.

La confianza ciega en la pareja, la necesidad de eliminar distancias de hacer más calida una relación o compartir una parte íntima de nosotros, son cuestiones que pueden pasar factura, cuando del amor se pasa al desamor o de la confianza a la desconfianza, y el cariño da paso a la venganza y el rencor.

Si bien es cierto que existen mecanismos legales para eliminar esa información, la realidad es que esos procedimientos son largos y costosos, que la eliminación de una determinada información en Internet, en ocasiones, se hace una tarea ardua y complicada. Las imágenes se reproducen en diferentes páginas webs y se envían de unos usuarios a otros, perdiendo el rastro de la información. A este factor se debe unir las diferentes nacionalidades y normativas aplicables, en el mejor de los casos, un problema que se ha detectado en la aplicación del derecho al olvido y las imposibilidades de eliminar de la red determinadas publicaciones.

Alguno de dichos portales que reproducen fotografías íntimas incluso plantean un precio por eliminar el nombre de la persona, algo que podría llegar a entenderse como conducta delictiva por alguien que en ningún momento obtuvo el consentimiento, y que fue obtenida y difundida incumpliendo las garantías constitucionales de la persona y sus derechos.

La realidad es que el mejor medicamento es la prevención, si no me tomo fotografías íntimas no tendré que preocuparme que se divulgue un material inexiste. No dejarse grabar o fotografiar en momento íntimos, no enviar ni tomarse selfies íntimos y enviarlos, son algunas de las mejor medidas de seguridad.

Si pese a todo lo anterior se decide compartir o tomarse fotografías o vídeos íntimos se debe tomar medidas de seguridad al respecto: las copias de seguridad que hagamos de este material es preferible hacerlas de forma manual, selectiva y controlada., se deben usar contraseñas fuertes, tanto de acceso a las aplicaciones como al propio dispositivo y establecer mecanismo de recuperación de contraseñas que no faciliten su acceso por terceros no autorizados, tener cuidado a la hora de compartir una red Wi-FI, tanto desde casa como de nuestros dispositivos móviles,

Debemos recordar que se deben tomar las cautelas precisas sobre los correos electrónicos que nos llegan (spam), en ocasiones aquellos más sugerentes y tentadores conllevan el acceso a nuestra información y darle la llave de entrada a nuestros equipos, sin nuestro conocimiento y autorización, a terceras personas.

Tener claro, en la medida de lo posible, a quien se las enviamos, aunque este punto sin duda es una auténtica lotería; se debe intentar ocultar nuestra cara u otros rasgos identificativos, que puedan permitir anonimizar la imagen. Si pese a todo encuentra material fotográfico íntimo sobre usted en la red no dude en ponerse en contactos con los cuerpos de seguridad, utilizar los medios establecidos por las diferentes redes sociales parea retirar este tipo de material o ponerse en manos de un profesional para proteger su derecho a la intimidad, al honor y su privacidad.