La ciberseguridad en serio

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Por Emilio Suñé Llinás

El viernes 31 de mayo, la Vicepresidenta Sáenz de Santamaría informó que el Consejo de Ministros ha aprobado la “Estrategia de Seguridad Nacional”, que incluye aspectos hasta ahora no contemplados, como el ciberterrorismo. Por una vez me voy a creer que se quiere ir más allá del papel, que es donde suelen quedar este tipo de iniciativas, hasta que truena, pues sólo después nos acordamos de Santa Bárbara. Ahora, al menos, la invocamos a tiempo; pero ya se sabe, a Dios (y los santos) rogando y con el mazo dando.

Al Gobierno le preocupan “los ciberataques, ya sean en sus modalidades de ciberterrorismo, ciberdelito/cibercrimen, ciberespionaje o hacktivismo”. Me alegra saberlo. Dicen también: La ausencia de una legislación armonizada en materia de ciberseguridad, así como el hecho de que Internet fuera diseñado sin considerar la dimensión de su seguridad, son elementos que incrementan las posibilidades de que las ciberamenazas se materialicen. Ello está relacionado con las “infraestructuras críticas”, que soportan servicios esenciales para la comunidad y cuya base suele ser telemática, lo que las hace muy vulnerables a los ciberataques.
En lo que se refiere a las líneas estratégicas, se pretende un “incremento de la capacidad de prevención, detección, investigación y respuesta ante las ciberamenazas con apoyo en un marco jurídico operativo y eficaz”. Se habla de colaboraciones de todo tipo y por supuesto con la Sociedad Civil y los organismos de I+D+i. Puesto que piden colaboración, también me lo voy a creer y les diré unas cuantas cosas, que espero sirvan de algo, derivadas de lo que ya es casi una vida dedicada al Derecho Informático, pues desde 1983 han pasado treinta años.
Para ustedes el ciberterrorismo es algo “nuevo”. Para los que nos hemos dedicado a investigar y no a cobrar para hacer “como que investigamos”, este tema lo hemos tenido presente tanto tiempo ha, que en la sociedad de la información es casi prehistoria. Hace ya quince años dirigí una tesina sobre esta materia y en la actualidad hago lo propio con una tesis doctoral. El hacktivismo más extremo puede ser ciberterrorismo, al conectar la guerrilla urbana con el ciberespacio. ¿Se han enterado ustedes?. Algo insinuó Cristina Cifuentes, pero se tuvo que callar porque no tiene pruebas. Pues las hay, pero ustedes no lo saben.
Ciberdelito. Ya en 2001 apunté la idea del “delito global”, del que el caso paradigmático es la pornografía infantil, como delito ubicuo, que se comete en todos los países del mundo a la vez y que, en consecuencia, cualquiera de ellos puede perseguir, esté donde esté el servidor informático -si es que está en alguna parte- y/o el delincuente. Menos mal que el entonces Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional se interesó por el tema, lo que les permitió soluciones operativas ante redes europeas de pedófilos. Nadie del Gobierno preguntó nada al respecto, cuando en otros países, como Colombia, fui convocado expresamente al Senado, para “desatascar” la Ley de Delitos Informáticos, cuyo proyecto redactó el Juez Alexander Díaz.

Dicen ustedes que Internet fue diseñada “sin considerar la dimensión de su seguridad”. ¿Seguro?. Cuando nació como Arpanet se buscó exclusivamente la invulnerabilidad física del sistema estratégico de telecomunicaciones. Y se consiguió. Cuestión distinta es que La Red evolucionase de una manera imprevisible en su primer diseño para fines militares. No olviden que USA es la primera potencia tecnológica y militar, porque Administración, Defensa, Universidad y Sociedad Civil, están interconectadas y no “incompatibilizadas”, como aquí, donde la Universidad pública ha sido convertida en un entorno burocrático y a veces político o parapolítico, casi por entero aislado de la realidad. Y eso es letal para el desarrollo de una sociedad, que no en vano es de la información y el conocimiento. Aplíquense a la tarea.

Fuente de la imagen: Centro Cibernético Policial.