Resguardo de la privacidad del deportista en la consulta del profesional

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Por Ines Tornabene

Raramente encuentro la oportunidad de reunir en un mismo tema áreas tan dispares como la Psicología, el Derecho y la Protección de Datos Personales. Trabajo en las tres y en la nota de hoy puedo articularlas en un tema tan esencial como la atención psicológica del deportista, sea un jugador de rugby o de otro deporte. Y creo que les va a interesar tanto a los deportistas como a los colegas psicólogos que se sientan atraídos por esta apasionante rama de la Psicología.

La asistencia psicológica en general, y en el deporte en particular, aún se encuentra demasiado impregnada del componente psicopatológico cómo único objetivo. Muchos deportistas son reacios a realizar una consulta fundamentalmente porque no quieren que se sepa que consultan, por temor a que los señalen, o simplemente porque les da vergüenza decir que tienen que ir al psicólogo. Las consultas por las cuales un deportista puede llegar a nuestro consultorio no siempre tendrán que estar vinculadas con cuestiones psicopatológicas, con enfermedades. Temas relacionados con el control de la ansiedad, del stress, de las presiones externas e internas, de la motivación, de cómo alcanzar las metas, de cómo fortalecerse mentalmente, de cómo aprender a relajarse, son temas de todos los días, y la lista sigue y es realmente muy extensa, y ninguno de estos temas siquiera roza el aspecto psicopatológico. Otros temas más preocupante, como la reiteración de lesiones o el momento del retiro, también son dejados de lado muchas veces, cuando un acompañamiento terapéutico sería absolutamente provechoso, y tampoco estarían vinculados con la patología.

Otros temas, en cambio, sí son eminentemente clínicos, como ser el doping, el abuso de sustancias prohibidas, los trastornos alimentarios, etc, pero hoy no nos dedicaremos a ellos.

Esta situación sería distinta si los deportistas supieran que el psicólogo DEBE guardar secreto profesional y esto implica que ni siquiera deberían decir que determinada persona es su paciente; es más, por la connotación que también lleva el término “paciente”, tal vez tendríamos que hablar de asistido u orientado. El psicólogo deportivo debe saber permanecer en el anonimato (Serrato, 2009) sin desconocer lo beneficioso que su actividad profesional puede resultar para el deportista que asiste. No es fácil renunciar a esa cuota de egocentrismo que implica comentar a quienes se asiste, se trate de deportistas individuales o de equipos. Pero aunque no sea fácil es absolutamente necesario para poder, no solo cumplir con la obligación de guardar el secreto profesional, sino también para afianzar el lazo de confianza con la comunidad deportiva donde nos desempeñemos. El psicólogo que compita con el deportista en popularidad o reconocimiento debe pensar bien la posibilidad de dedicarse a esta área.

Algo tiene que quedar en claro: el secreto profesional es una OBLIGACIÓN LEGAL para el psicólogo, y no una concesión que realiza. El deportista tiene DERECHO a que se resguarde su privacidad.

La Psicología del Deporte, en su área clínica, requiere de distintas formas de intervención, algunas de las cuales facilitan y posibilitan el resguardo de la privacidad del deportista.  El asesoramiento o asistencia desde el área clínica es la que se realiza en la forma tradicional, en un consultorio, y es, precisamente, la forma más mitificada, por la connotación que arrastra de enfermedad  o de trastornos mentales. El asesoramiento o asistencia en el medio deportivo, como puede ser en el campo de deporte o en las pistas, va ganando lentamente un espacio. Es en el ámbito propio del deportista o del equipo donde el psicólogo puede evaluar y diseñar sus intervenciones, las cuales serán vehiculizadas, por lo general, a través del entrenador o coach, en el caso de un equipo. En este ámbito la figura del psicólogo deberá ir integrándose al equipo técnico compuesto por el entrenador, el preparador físico, el médico, el fisioterapeuta, etc., siempre teniendo en cuenta que se trata de roles distintos cuando se forma parte de un equipo técnico o cuando se asiste a un deportista en forma individual.

Una tercera modalidad es la asistencia o asesoramiento en línea, on line, a través de correo electrónico y/o chat. Esta modalidad es la que tal vez ofrezca más tranquilidad a los deportistas que deciden una consulta, dado que permite un acercamiento tentativo y un mayor resguardo de su privacidad.

La modalidad de asistencia terapéutica en línea no es factible para todos los casos, debiéndose descartar cuando se detecte la presencia de patologías o cuando se trate de un menor de edad. Dejando esto en claro, no existe impedimento alguno para asistir a un deportista a través de las herramientas que la tecnología nos provee hoy en día. Las ventajas son considerables y se vinculan con la posibilidad de continuar la asistencia aún cuando el deportista viaje o se encuentre en otro país, la mayor comodidad de contar los problemas sabiendo que la identidad se encuentra resguardada, en especial al inicio de la relación terapéutica, no tener que concurrir a un consultorio y que lo vean, etc.

Lo ideal será la posibilidad de utilizar métodos de asistencia que involucren las tres modalidades alternativamente de acuerdo a las necesidades que se vayan presentando. El psicólogo debe tener en cuenta que, si la entrevista presencial resulta indispensable, debe plantearlo y analizar si puede o no continuar con la asistencia sin llevar a cabo la misma. Cuando evalúa que la entrevista personal es indispensable y el deportista se niega, debe considerar los alcances de continuar y la responsabilidad profesional que le puede acarrear.

Una metodología de asistencia que involucre al menos dos de las tres modalidades incluye las entrevistas presenciales, sean en el consultorio o en el campo, y las sesiones por internet, lo cual permitirá un contacto más fluido y un seguimiento más preciso. A su vez, el deportista se sentirá más acompañado sabiendo que dispone de herramientas alternativas de comunicación.

El progreso en el acompañamiento posibilitará que sea el propio deportista quien decida dar o no a conocer su experiencia terapéutica.

¿Y la protección de los datos personales? Bueno, además de guardar el secreto profesional, un psicólogo que ofrezca como modalidad de atención la asistencia en línea debe tener un espacio en internet que garantice la seguridad de los datos del deportista que los utilice y advertir que aunque cuente con condiciones de seguridad informática, no puede garantizarse dicha seguridad en un ciento por ciento. También tiene que tener en cuenta, y advertir al deportista que lo contrate, que en caso que evalúe que sea indispensable la entrevista personal, el tratamiento puede llegar a quedar supeditado a la realización de la misma. Los datos son de la persona y es la persona la única que tiene derecho a dar a conocer su información privada. El hecho de brindar asistencia psicológica, aunque no haya una patología involucrada, es información sensible que debe ser celosamente resguardada por el profesional de la salud que interviene.

Esta modalidad puede ser útil no sólo para el deportista en forma individual sino también para un equipo, pero sobre este tema lo desarrollaremos en otra nota.